domingo, 31 de octubre de 2010

¿Valores?, ¿Qué son los valores?...




¿Valores?, ¿Qué son los valores?...
Podrían ser cualidades, costumbres, mitos, pero lo que sí, es que cada quién como individuo elige los valores que quiere mostrar ante una sociedad que juzga; porque no mencionarlo, la falta de valores, pero; ¡Quién decide que es los que esta bien o está mal! pero ¿es alguien tan perfecto como para poder juzgar a los demás por sus actos y falta de valores, sin caer en los mismos errores?, creo que la respuesta a estas preguntas es que cada quien cree lo que quiere en la vida y para eso hay opciones.
Hay quienes se basan en los valores humanos, que sólo perseveran buscando la estabilidad y el reconocimiento ante una sociedad que no perdona y sólo tiene memoria para recalcarte tus errores sin ver tus aciertos, que no respeta tu libre albedrío , que sólo enjuicia, dice y trata de lo que esta bien o está mal,
sin tomar en cuenta causas y efectos, los valores humanos fallan porque no hay nadie perfecto, ni esa persona en la que tanto confías porque como todo ser humano en algún momento deja todo por nada, falla y comete errores, por lo cual poco a poco va hacia la decadencia, al creer que no hay quien merezca tu ilusa perfección, pero los seres humanos también culpan al otro de sus errores, de su desequilibrio, siendo que el equilibrio es uno mismo; pero no, la sociedad solo juzga y pide cuentas.
Pero también hay quien cree en el valor espiritual, en el que hay un ser supremo que te guía y sabe que existe un destino, en el que hay miedos, pero en el que hay que recorrer los caminos solo con fe, en el que nuestro ser supremo olvida y perdona y respeta nuestro libre albedrío, que entiende nuestras necesidades de ser escuchados y de afecto, el que no modifica sus valores porque todos llevan a una meta. Ese ser supremo en el que se cree pregunta el ¿por qué?, no tiene juicios, tiene preguntas.
Así cada persona tiene los valores que demuestran realmente en sociedad y no de los que algunos se mofan pero en realidad carecen…
 

sábado, 30 de octubre de 2010

LA ENVIDIA

La envidia

La envidia es muy nociva para nuestras vidas, perjudica nuestras vidas haciendo constantes comparaciones con otras personas. La envidia no es sana. Si la persona a la que se le envidia tiene éxito o le va muy bien en su vida personal deseamos todo cuanto ella tiene…
La envidia entra por nuestra inseguridad ante lo que hacemos, necesitamos la aprobación de todos, estamos siempre queriendo hacer más cosas de las que podemos, y eso en un momento puede llegar a ser terriblemente agotador. Las personas que sufren este mal, quizás lo hacen sin querer o sin darse cuenta, pero debe ser algo muy terrible de vivir pues se sufre, se cae en la hipocresía, se dicen cosas desagradables, y finalmente nos vuelve en personas destructivas.
Siempre que conoces una persona envidiosa seguro que te hará sufrir, pero es allí donde debemos saber manejar este sentimiento tan destructivo…
Recuerda que la envidia es es el miedo a no ser aceptado por nuestro entorno, es “inseguridad total en nosotros mismos”. Hay que tratar de controlar tal resentimiento porque sólo traerá soledad a nuestras vidas…
Para poder lidiar con este sentimiento de frustración, recuerda que todos los seres humanos somos débiles, que todos tenemos algunos talentos que Dios nos regaló, y está en nosotras descubrir cuales son.
La envidia sólo nos traerá problemas, es difícil reconocer que “soy muy envidiosa” pero piensa en tu yo interno si lo eres o no. Trata de controlar la envidia, es como lo más parecido a los celos…
Agradezcamos cada día por lo que tenemos y carecemos. Tratemos de actuar bien con los demás, esforcémonos, y no nos comparemos con nadie porque siempre sentiremos que perdemos dejando lugar a que florezca ese feo sentimiento que que es la envidia.
Busca en tu interior Haz cosas buenas y veras que muchas personas te admirarán más por tus lindas cosas que por tus feas actitudes. Sé feliz y aleja esos malos pensamientos, recuerda que siempre habrá mejores y peores personas que tú.
Nunca debemos compararnos con nadie, entender que somos únicos, e irrepetibles, TODOS hijos de Dios y tenemos que estar conformes con lo que hemos logrado, con los talentos que ÉL nos ha dado, brillemos o no, debemos estar felices disfrutando de este festín llamado VIDA, algunas veces nuestro estado de ánimo no es bueno y no podemos VER las maravillas que nos rodean, no tenemos capacidad para contar nuestras bendiciones, que realmente son muchas.
Pero podemos pedir a Dios el Milagro de que sane nuestra alma, que sepamos darle gracias por todo lo que nos permite tener y sobre todo que aprendamos a saber agradecer también lo que tienen los demás, entonces sí conoceremos lo que es vivir en paz, y con plenitud total.

lunes, 25 de octubre de 2010

Quizás

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Quizás tú sientes que el dinero, el poder, o encontrar a tu pareja puede ser el sentido de tu vida.

O quizás buscas el sentido de tu vida en las opiniones y en la búsqueda de aprobación de tus amigos, tus padres, etc., pero siempre acabas sintiéndote igual: con una sensación interior de desesperanza y vacío.

Pero lo más interesante, es que el sentido de tu vida lo sientes, por primera vez, cuando sufres un gran estremecimiento emocional o está en peligro tu vida.

Es, en esos momentos, cuando todo aparece tan claro como si, después de una tarde con neblina, esta se disipara y apareciera el sol, reluciente, ante tus sorprendidos ojos.

¿Haz hecho alguna vez el experimento de visualizarte en tu propio funeral? ¿De imaginarte el recuerdo que deseas dejar en tus amigos y tu familia?

Si no lo has hecho… imagínate por un instante, que hay una tumba, que estás asistiendo a un funeral… y que abres la tapa, para ver a la persona que está dentro… ¡y para tu sorpresa… ¡eres tú mismo!

Es tu propio funeral.

¿Por qué deseas que te recuerden las personas que están asistiendo a tu funeral?... piensa por un instante…

Ahora, ¿Qué te hubiera gustado haber logrado? ¿Haber experimentado?... piensa por unos instantes…

Para mi, resultó curioso que en lo que yo imaginé más en este ejercicio, es en el amor… en los detalles aparentemente “tontos” de la vida: en mi pequeña sobrinita, pícara y encantadora… en los hermosos momentos que pasé con mis parejas… y en los instantes en que serví a alguien y lo ayudé… me resultó asombroso darme cuenta que no me pasó por ningún instante el concepto monetario… ni pensé en carros, casas, propiedades… nada de eso.

¿Te pasaron cosas parecidas a ti cuando hiciste el ejercicio, de pura casualidad?

Recuerdo que en el libro bíblico de Proverbios, dice una cita más o menos así: “He visto que no hay nada mejor para el hombre terrestre que se regocije por el duro fruto de su trabajo, es el don de Dios”.

¿Qué es lo que te regocija a ti? Pueden ser pequeñas cosas, desde caminar en un atardecer de lluvia, en un bosque, escuchando el suave trino de los pájaros y peculiar sonido de los grillos al anochecer.

Llenarse los pulmones hondamente con el frescor y el aroma a árbol mojado y hierba…

En lo personal, pocas cosas me dan tanto deleite como despertarme temprano, caminar, y oler el delicioso aroma a fresco… escuchar aún los cantos de los pájaros, y las calles todavía pacíficas y tranquilas, antes del duro y nervioso ajetreo diario.

Y contemplar la luna en la noche, en la calle, ya casi sin gente.

Quizás disfrutar de la compañía de una amiga, llenarme de su sonrisa y del brillo de su mirada… de tener entre mis brazos a mi pequeña sobrina… ¡en fin!

Con sabiduría, Dios dijo que en verdad no podríamos entrar al reino de los cielos hasta que volviéramos a ser niños, y con profunda admiración, ahora que convivo a diario con mi sobrinos de 8 y 3 años, puedo comprender en toda su majestuosidad lo que significa esto.

Admiro de ellos su alegría eterna, de la felicidad que les trae que les obsequie una simple goma de mascar, que los cargue… admiro la seguridad en sí mismos, instintiva y natural que tienen.

Su terquedad para conseguir lo que quieren, a pesar de los intentos manipuladores de los adultos para dominarlos con un “ya no te voy a querer”, “eres malo”, “mira como te ve la gente”, “ pareces niña”, “si te comportas te compro esto”… me pregunto cuantos de nosotros nos quedamos inconscientemente con esas manipulaciones desde niños.

Los niños no entienden el concepto del rencor. Puedes insultarlos y pelear con ellos, pero al rato están como si nada. Y no fingen.

Es que así es la naturaleza de un niño.

Y tienen una capacidad inagotable para jugar y hacer cosas… ¡y ser felices!

Reflexioné, que toda mi lucha interior… ¡está enfocada a volver a ser niño!

¡Tener la alegría y espontaneidad de un niño!

¡Aprender a perdonar y olvidar como un niño!

¡Tener la terquedad para conseguir lo que quiero, como un niño!

Y por fin entendí aquella frase de Picasso: “A los 10 años ya pintaba como uno de los grandes del Renacimiento… ¡pero tarde otros 50 para volver a pintar como un niño!”.

Entonces, ¿Cual es el sentido de la vida? Para mí, es vivir permanentemente en el presente, disfrutando de todo, obedeciendo a los impulsos de mi corazón… y haciendo lo que me hace más feliz, en cada momento.

Ya sea en mi trabajo, en el amor… ¡todo lo que esté haciendo en todo momento y a cualquier hora! Así sea mientras viajo en metro.

Sabes? Quizás hoy yo debería estar muerto. Si.

Hace 3 días caminaba por la esquina de mi casa, distraído, pensando en un display que acababa de ver anunciando libros con descuento –mi golosina favorita- cuando caminé como un autómata hacia el otro lado de la calle…

Sin fijarme en que la luz del semáforo estaba en siga, y una auto corría a toda velocidad, para poder evitar la luz roja del semáforo…

Como en sueños, recuerdo la voz de un hombre que se encontraba en la esquina con su pareja, diciéndome...

¡Cuidado!

Esa voz me despertó abruptamente de mis divagaciones, me detuve, y cuando reaccioné, me encontraba a mitad de la calle, justo en el momento en que el auto pasó a milímetros adelante de mí… no se detuvo.

Solo escuché el zoooom y vi apenas una imagen difusa del coche de lo rápido que pasaba, al más puro estilo de la película “Matrix” ¡en serio!

Si yo hubiera seguido caminando, seguramente me hubiera alcanzado… y a la velocidad que iba, seguramente estaría, o muerto, o paralítico, o en estado de coma, o todo en vendas al estilo “momia de Guanajuato”.

Ya ni siquiera hubiera podido escribir esta actualización del sitio, hoy Domingo 24 de agosto.

Ya después de la experiencia me pregunté ¿Cuántas cosas inconclusas hubiera dejado de mi vida sin hacer? ¿Cuántas personas que quiero y amo nunca se los expresé? ¿Cuántas personas que me aman, o amaron nunca me lo dijeron y yo jamás lo sabría?

La verdad, yo me considero muerto, estoy viviendo extra… fue providencial que la voz de ese hombre me despertara de mi “sueño”.

Me salvó la vida.

Y como estoy viviendo tiempo “extra”, aún tengo menos miedo a intentar cosas que antes.

Y más disposición para amar y ser feliz. Tengo muchos sueños por cumplir y espero que tú también los tengas.

Me despido.

¡Suerte!

domingo, 24 de octubre de 2010

Nadie puede Juzgar



Soy lo que soy, tengo rostro, cuerpo, hasta tengo corazón, quien lo diría... Tú puedes mirarme como te apetezca, pero para juzgarme no basta con intuiciones, confiar en terceros, dejarte llevar por el instinto, quien sabe por qué otros motivos que no te atreves a confesar.

¿Crees que esos son argumentos válidos? No, para saber quien soy realmente tienes que tratarme, conocerme. ¿Te has molestado en hacerlo?

Bien es cierto que no me abro fácilmente, muy pocas, poquísimas personas saben de mi, y a ellas me he entregado porque realmente se han molestado en saber quién soy, sin juzgarme, me han aprendido. Es una quimera abrir algunas puertas, hay demasiadas heridas que aún no han cicatrizado, no sé si llegarán a curar alguna vez. Y esas mismas heridas son las que hacen que me cierre, que sólo muestre una parte superficial, pero tú que vas a saber, si ni siquiera te has molestado en asomarte.

¡No soy solo un Nick! Soy mucho más. Sí, me gusta el juego, las travesuras sanas, reír con la gente, pasar momentos agradables y ser ante todo “humana” en este medio tan difícil.

Pero también me gusta escuchar, observar, aprender, admirar. Y suspiro, probablemente más que mucha gente imagina, y lloro de pena, de rabia de risa, de alegría. Lágrimas de cocodrilo, que se secan enseguida, y no calan ¿o tal vez sí? (Vuelvo a ponerme mi caparazón).

También tengo mis defectos, sinceridad (parece ser que eso ya no es virtud), carácter, mis momentos de impotencia ante la injusticia, que me hace perder los papeles, y hace que suelte en el momento del calentón esos sentimientos que me hacen desesperar, a veces… sin pensar lo que digo, pues en el fondo no las siento.

Mi ira es fugaz, se desvanece enseguida, y no deja rastro.

Una vez me dijo alguien a quien quería muchísimo que tengo un ángel de la guarda, que es mi conciencia, y esta viene a menudo a cantarme las cuarenta, y me da más de una colleja, y me dice que no guarde malos sentimientos dentro, porque antes o después me pasarán facturas, y curiosamente hago caso a mi conciencia, olvido los disgustos, estos desaparecen, como un mal sueño.

Y puedo salir a la calle tranquila, porque no tengo rencor dentro torturándome. ¿Tú puedes decir lo mismo?

Pero a veces, algunas veces, lloro por dentro, es ese nudo que se agarra a la garganta, que oprime el pecho, ese que no deja salir las lágrimas, pero que duele mucho. Y en esos momentos mi mundo se derrumba, y me encuentro muy sola, y trato de pedir ayuda, pero no lo hago. Y es ahí cuando necesito desesperadamente que me abracen, que me comprendan, que estén ahí, simplemente ocupando ese vacío tan enorme que siento, pero nunca hay nadie.

Tal vez, casi seguro que es culpa mía, por no gritar, por no pedir ayuda. Pienso que sola puedo y me basto, que gran cobardía, en el fondo es miedo, pánico a que me hieran más. Pero como nada es eterno, esos momentos pasan antes o después, y tras un mal rato vuelvo a cerrar puertas, hasta que me vea con fuerzas para asomar otra vez.

Si me haces daño trataré de ofrecerte mi mano, de comprender los motivos, iré de frente, sin taparme.

Si vuelves a herirme me dolerá, pero aún daré un tiempo a que reflexiones, a que pienses donde está el error.

Pero si no reaccionas, si te cierras, si no pones de tu parte, mi dolor con el tiempo se convertirá en indiferencia, y después en alivio, y estaré tranquila, porque tendré la certeza de que soy mejor que tú, de que yo he obrado bien, he sido limpia, clara. Y ya no dolerá, porque sabré que no me mereces, porque estoy fuera de tu alcance, porque merezco lo mejor.

Y tal vez sienta lástima por ti, por lo que pudiste ser y no has sido, porque fuiste cobarde al no dar un paso, porque juzgaste sin pruebas, desde la ignorancia. No te preocupes, de aquí a un rato volveré a colgarme mi maravillosa sonrisa, ya vez, todo se olvida, hasta a ti. Es así de fácil, como una gripe, es molesta pero no mata, solo hay que esperar que cure. Y afortunadamente tengo toda la vida por delante, no he hecho más que empezar a vivir. Sólo espero que dentro de veinte o treinta años siga sintiéndome tan limpia como ahora me siento.

La Humildad en Nuestros Corazones




La Humildad en nuestro corazón
(Compártela, te sentiras mejor)
Hoy vamos hablar de la humildad, algo que no todos tenemos, y que tanta falta hace para la humanidad.
Hay personas que piensan que todo el mundo les debe algo, que todos debemos vivir al ritmo de su mundo, jamás miran si hay otro ser humano con apuros y con carencias. Es el tipo de persona que tiene mucha suerte en la vidapues lo consigue todo fácilmente y sin esfuerzo. Como por arte de magia todo lo bueno que se llega a recibir en el hogar las toma para sí mismo, como si todo fuese para él.
Recientemente una persona así visitaba a un humilde amigo, de esas personas que trabajan de sol a sol para salir adelante en un país extranjero. Se dirigió a él para contarle la “maravillosa vida” que tiene, lo bien que vive, los placeres que puede permitirse, y el poco esfuerzo que le supone. Y yo me pregunto, ¿por qué hay personas que hacen eso? ¿Cómo puede ir alguien a la casa de una persona pobre a decirles que come filete todos los días?
La falta de humildad que a veces tenemos frente a nuestros semejantes es tan triste que hasta me cuesta contar las anécdotas de este ser humano tan pobre de espíritu. Debemos reflexionar antes de hablar sobre aquello que poseemos porque hay muchas personas menos afortunadas que no tienen ni lo más básico para vivir.
La soberbia y falta de humildad puede alejarte de los demás, de la gente a la que quieres…
Pero el orgullo no sólo al soberbio le aleja de los demás… también aleja a esas personas de quienes comparten el hogar con él.
Y entendiendo esto es por lo que entiendo los motivos por los que al recibir la dura carta de mi amiga me dio la sensación de que algo malo estaba interponiéndose en nuestra amistad.
La humildad es algo que se debe llevar en el corazón porque Dios fue el ser más humillado y aún así nos perdonó y sigue perdonando la falta de humanidad que tenemos con nuestros semejantes.
La vida de una persona soberbia es muy mala, pero especialmente estar y vivir cerca de ellos no es bueno para la salud. Si tienes a una persona así cerca de ti, es mejor alejarla o ayudarla a que vea su error, pues no le hacen bien a nadie. Tanto lo uno como lo otro seguramente será muy difícil, alejarle porque pensará que le debes algo, y querrá seguir teniendo esa “suerte” en la vida. Hacerle ver su error será igualmente complicado, porque precisamente su falta de humildad le cegará. En cualquier caso, vivir con alguien así es nocivo para la salud.
Una persona agradecida es la que muchas veces lo ha perdido todo y aún sigue feliz de haber contado con el amor de las personas que le conocieron, pues aún en su mismísima situación sigue tan humilde como cuando era una persona con una situación envidiable.
La verdad es que no se necesita mucho para ser una buena persona. Ni aún siendo afortunados en la vida hace falta mucho para ser buenas personas. Sólo hace falta seguir siendo personas sencillas, con valores, que llora cuando alguien sufre, que sentimos cuando alguien se nos va, que cuando llega los éxitos no deja de ser humilde… Seguro que con ello tenemos un trozo de cielo ganado, o al menos, tendremos los ojos de Dios cerca de nosotros…
Aprendamos a vivir con lo que tenemos, y seamos buenos con quien tiene menos que nosotros.
Seamos humildes, y no nos permitamos alardear de lo que la vida nos ha dado.

Juzgamos sin conocer




Juzgamos sin conocer
Cuando alguien nos habla mal de otra persona y nos cuenta cosas horribles de ella o él, sucede que si en algún momento tenemos la ocasión de conocer, tenemos una idea preconcebida de cómo es que afecta nuestro modo de verle.
Nunca hemos visto a esa persona, jamás la hemos conocido… y sólo porque alguien dijo que era de esa manera le juzgamos y no miramos con buenos ojos el conocerle.
Pasa lo mismo en todos los ámbitos, nos presentan un hombre y luego nos dicen que ese no vale la pena, que es un mujeriego, que es irresponsable, que no sabe hacer nada, que es flojo, y al final… lo mismo, le juzgamos aún sin haberle concedido la oportunidad de dejarle hablar, o al menos, de tener la duda que dichas personas son así.
Creo amigos, que siempre debemos conceder una oportunidad a las personas, e intentar conocerlas antes de enviarlas derecho a nuestra lista negra.
Tampoco debemos ir por ahí hablando mal de los demás, es posible que algún día hicieses daño a alguien y no creo que te guste que por ello anden hablando mal de ti y encasillándote de tal manera que otras personas anden juzgándote aun sin conocerte.
¿Se imaginan ustedes que Dios nos juzgara de esa manera? Es imposible plantearlo siquiera porque Él, en su gran misericordia y amor, nos ama con todos nuestros grandes defectos, con toda nuestra maldad, con toda nuestra amargura que llevamos dentro. ¿Entónces, por qué nosotros hacemos daño a otro ser humano igual que nosotros? ¿Por qué no dar la oportunidad del perdón, de decirle que lo queremos a pesar de todo lo malo que nos ha supuesto? ¿No sería un mundo mas maravilloso que todos pudiéramos hablar, dialogar con las personas que tenemos problemas, con nuestros familiares, hermanos, y amigos?
Amigos, la vida está llena de tropiezos que nos hacen caer una y otra vez, pero si tenemos un poco de bondad en nuestros corazones seguro que llegaremos a ser mejores personas, perdonemos como Dios nos perdona a nosotros.
Ya comienza la Semana Santa, deja todos tus rencores en un baúl, guarda tus enojos, guarda todo lo malo que pueda salir de tu boca estos días y dedícate a hacer la paz con tus amigos, familia, y pareja. Vive la Semana Santa en paz, deja que Dios fluya dentro de ti y haga los milagros que sólo Él sabe hacer, déjalo que se haga presente aquí en nuestra páginas y hogares.
Demos gracias de todo lo que poseemos y de lo que carecemos, recuerda que estos días son para vivirlos con humildad y amor.
No juzguemos amigos, que después de igual manera nos juzgarán a nosotros. Pidamos a Dios ser diferentes, que todas nuestras oraciones las escuche, y que nos ayude con todo lo que hoy nos angustia. Recuerda que Él murió por ti, por mí, y por el mundo entero. Y aun así… ¿de verdad crees que no escuchará una oración tuya?!!!