miércoles, 30 de marzo de 2011

¿Soy una buena amante para mi pareja?

Dejame que te cuente el mundo que mis ojos ven!!!! ¿Soy una buena amante para mi pareja?
Muchas veces las mujeres pensamos que con amar es suficiente, que con entregar nuestro corazón y sentimientos es suficiente… Sin embargo con el paso del tiempo nos damos cuenta de que se van agotando los deseos de entregarnos sexualmente, nos cuesta hacer el amor entregándonos plenamente, y acabamos haciéndolo simplemente porque el cuerpo así lo desea, porque nuestra pareja lo pide, y por cumplir con uno más de nuestros deberes de esposa, al igual que también tenemos que lavar, planchar o preparar la comida aún cuando no nos apetece. Tal parece que se nos olvidaron aquéllos días en que éramos novias y nos escapábamos con el novio para besuquearnos, para acariciarnos, para quedar con el deseo en la piel porque nuestros principios o moral no nos permitía entregarnos al ser amado. Y qué pasaba cuando nos dejaba en casa y se marchaba el novio, nos quedábamos con ese deseo latente en la piel y sobre todo, deseábamos con toda el alma quedarnos a su lado para seguir el juego amoroso. No nos faltaban detalles lindos para tenerles enamorados de nosotras, sin embargo, en el presente, olvidamos qué fue lo que nos hizo casarnos con ese caballero de nuestros sueños o qué nos hizo irnos a vivir con él, porque ahora en este presente, ya no es lo mismo, le tienes ahí a tu disposición el tiempo en tus noches, en tus amaneceres, en tu vida cotidiana y simplemente se te vuelve rutina la relación. Hace falta
reavivar esa pasión, hace falta el convertirnos en amantes de nuestros seres amados, volverlos locos de deseo al mirarnos y que cuando estén fuera de casa piensen que en su hogar está una mujer enamorada que le espera con ansias y deseos, una mujer seductora que se ha convertido en su amante permanente, sin darle tiempo a pensar en nadie más que en ella. ¿Y qué hace falta para ser una buena amante? Navegando por internet encontré el título de un libro llamado Koka Shastra, este libro fue escrito en el siglo XII por el poeta y trovador Kokkoka, pero la última versión fue escrita por Julie Egli, mismo que fue lanzado al público en días pasados. En este libro encontrarán los diferentes tipos de mujeres y la reacción ante el sexo en el estilo de cada una de ellas, un libro que muchas veces nos asustaría por su contenido, pero si lo vemos con amplio criterio nos ayuda a ser unas buenas amantes para nuestras parejas. Sabemos que a veces la infidelidad del hombre se lleva a cabo porque en casa no se siente satisfecho en cuanto al sexo con su mujer, no en todos casos, pero si nos pusiéramos a meditar al respecto, sobre el porqué nuestro hombre tendría que buscar en la calle lo que nosotras mismas podemos darle. Por ello debemos disfrutar el momento, afianzar la pasión entre los dos y vivir realmente el amor de pareja. Es importante que cuando llegue a casa nos encuentre bellas, que nos deseen con sólo mirarnos, que sepa que con nosotras encontrará un sin fin de travesuras para compartir, un sin fin de momentos locos en los que solamente existirá la pasión entre los dos… ¡Qué bello el poder compartir con nuestra pareja sin inhibiciones y sin tabúes todo lo relacionado con el sexo! Para qué esperar que llegue otra mujer y le dé todo lo que nosotras podemos darle… el amar no sólo es decir frases bonitas, el amar no sólo es tenerle la mesa servida, el amar es entrega en su totalidad en todas las facetas de la vida, en todos los momentos, y más aún en la cama en donde finalmente se construyen las ideas y se logra tener al esposo satisfecho y sumiso para poder tenerle a nuestro lado y entablar diálogos y diferentes cosas que muchas veces no podemos sacar a relucir porque el humor al sentirse rechazado o insatisfecho no lo tiene tan bueno… El ser buena amante, tanto a nosotras como a los hombres, nos hace caminar felices por la vida. Una buena esposa amante les hace nacer el deseo de construir un mundo bello para su mujer, esa amante-esposa y amiga que tiene en su hogar y que sabe tendrá que proteger y cuidar para tenerle siempre feliz. Un tema algo controvertido quizás, sin tapujos, sin inhibiciones, sólo con el simple afán de que cada mujer se encuentre a sí misma y sepa que el ser mujer amante es maravilloso, te hace sentir plena y satisfecha y eso amigas, se trasluce en el rostro, porque la felicidad rejuvenece al ser y le hace caminar con la sonrisa plena de saberse una persona feliz.

sábado, 26 de marzo de 2011

La Muerte del Ser Humano

Dejame que te cuente el mundo que mis ojos ven!!!! La Muerte del Ser Humano
La vida se va segundo a segundo. ¿Somos concientes de que cada día que transcurre nos acercamos más a la muerte o que ésta se acerca más a nosotros? Todo lo que se presenta en la tierra está destinado a morir: Cada uno gustará la muerte. Luego, seréis devueltos a Nosotros. (Corán, 29:57). Sin excepción, una a una mueren todas las cosas que nacen. Hoy día nos resulta difícil recordar los rasgos de quienes murieron. Quienes ahora estamos en el mundo y quienes vendrán, moriremos sin excepción, pero la gente tiende a ver la muerte como un incidente improbable (por lo menos en lo inmediato). Pensemos en un bebé que recién ha abierto los ojos al mundo y en una persona que está a punto de fallecer. Ni uno ni otro tiene influencia sobre su nacimiento o muerte. Sólo Dios posee el poder para dar el soplo de vida o arrebatar la existencia. Todos viviremos cierta cantidad de días y luego moriremos. Dios nos relata en el Corán la actitud comúnmente exhibida hacia la muerte: Di: “La muerte, de la que huís, os saldrá al encuentro. Luego, se os devolverá al Conocedor de lo oculto y de lo patente y ya os informará El de lo que hacíais (en la tierra)”. (Corán, 62:8). Por lo general la gente evita pensar en la muerte. En el transcurrir de todos los días nos ocupamos más que nada de en qué colegio o facultad nos anotaremos, en dónde vamos a trabajar, qué color de ropa nos ponemos a la mañana, qué cocinar para el almuerzo, etc. Consideramos a la vida un proceso rutinario de esas cuestiones, en cierta medida menores. Los intentos de hablar de la muerte siempre son interrumpidos por quienes se molestan con dicho tema. Asumir que la muerte llegará más temprano o más tarde es algo que resulta desagradable de tratar para la gran mayoría. No obstante se debería tener presente que nunca está garantizado vivir incluso una hora más. Todos los días somos testigos del fallecimiento de gente en nuestro entorno, pero pensamos poco o nada en el día en que otros serán testigos de nuestra muerte. ¡Suponemos que eso a nosotros no nos va a pasar! No obstante, cuando nos llega la muerte, todas las “realidades” de la vida se esfuman. Nadie que recuerde “los bellos días pasados” permanece en este mundo para siempre. Pensemos en todo lo que somos capaces de hacer: cerrar los ojos, movernos, hablar, reír, etc., son todas funciones corporales. Ahora pensemos en el estado y la forma que asumirá nuestro cuerpo después de morir. Desde el momento de su última exhalación no será más que un “montón de carne”. El cuerpo, silencioso e inmóvil, irá a la morgue, donde se lo acondicionará por última vez, de allí se lo llevará en un ataúd a la tumba y luego será cubierto por la tierra. Ahí termina la historia y sólo queda nuestro nombre tallado en una lápida. Durante los primeros meses nuestras tumbas serán visitadas con frecuencia y con el paso del tiempo disminuirán las visitas. Decenios después, no nos recordará prácticamente nadie. Por otra parte, nuestros familiares cercanos experimentarán otra faceta de la muerte. La habitación y cama que usamos estarán vacías. Luego del funeral, se darán a quienes necesiten, más o menos enseguida, las ropas y otras cosas que nos pertenecían. Nuestros nombres serán dados de baja o borrados en los registros públicos. Durante los primeros meses algunos nos llorarán, pero el paso del tiempo “normalizará” todo. Cuatro o cinco decenios después puede ser que sean muy pocas las personas que nos recuerden. Llegarán las nuevas generaciones, ya no existirá nadie de la nuestra y el recuerdo que pueda quedar de nosotros no nos valdrá de nada. Mientras sucede todo lo indicado, quienes fueron enterrados sufren un rápido proceso de descomposición. Enseguida proliferan microbios e insectos. Los gases que liberan esos pequeños organismos hincharán el cadáver a partir del abdomen, alterando su forma y apariencia. En la boca y en la nariz aparece espuma sanguinolenta debido a la presión de los gases sobre el diafragma. Al avanzar la descomposición se desprenden los cabellos, las uñas, las plantas de los pies y las palmas de las manos. Esa alteración de la parte externa del cadáver va acompañada del mismo proceso en los órganos internos como pulmones, corazón e hígado. Mientras tanto, la escena más horrible sucede en el abdomen: la piel ya no puede soportar la presión de los gases, estalla repentinamente y se produce una emanación con un olor repugnante e insoportable. El proceso de desprendimiento de los músculos comienza en el cráneo. La piel y los tejidos blandos se desgarran completamente. El cerebro se descompone y se lo empieza a ver como arcilla. Dicho proceso avanza hasta que el cadáver queda reducido a un esqueleto. No existe ninguna posibilidad de volver a la vida que se tuvo. Nunca más será posible reunirse alrededor de la mesa con los miembros de la familia, concurrir a reuniones o disponer de un buen trabajo. En resumen, el “montón de carne y huesos” al que identificamos con un nombre, enfrenta un final absolutamente desagradable. Por otra parte, la persona ―o mejor dicho, su alma― dejará el cuerpo apenas fallezca y lo que sirve de recordatorio de la parte física ―el cadáver― se volverá parte del suelo. Pero, ¿cuál es la razón para que suceda todo esto? Si Dios hubiese querido, el cuerpo nunca se hubiese descompuesto así. Ello lleva, en realidad, un mensaje muy importante. El tremendo fin que le espera a nuestra parte física debería hacernos reconocer que la misma no es nuestra persona en sí, sino que ésta es el alma “metida” allí. En otras palabras, el ser humano tiene que reconocer que posee una existencia exterior a su cuerpo. Además, debería comprender que lo que muere es su físico, aunque se adhiera a ello como si fuese a permanecer siempre en este mundo, que de todos modos es temporal. Esa parte a la que se le da tanta importancia se descompondrá y será comida por los gusanos hasta quedar reducida a un esqueleto. Y el día en que se inicie ese proceso puede estar muy cerca. A pesar de todas estas realidades, nuestro juicio nos lleva a no considerar o a desechar lo que no nos gusta o agrada. Incluso podemos llegar a negar la existencia de cosas a las que no queremos enfrentarnos. Y parece que esto se agudiza cuando de la muerte se trata. Sólo el funeral o el fallecimiento repentino de un familiar cercano nos hace ver la realidad. ¡Casi todos consideramos que la muerte aún está lejos y asumimos que otros, que mueren en un accidente o mientras duermen, son personas distintas a nosotros por lo que nunca atravesaremos dicha situación! La gran mayoría de la gente piensa que es demasiado pronto para morir y que le quedan muchos años de vida. Lo más probable es que quien muere camino al colegio o corriendo para ir a atender un negocio, comparta el mismo pensamiento. Probablemente nunca llegó a pensar que los periódicos del día siguiente publicarían la noticia de su fallecimiento. Incluso es posible que la mayoría de los que leen estas líneas no esperen fallecer apenas lo terminen de hacer o que nunca tengan en cuenta la posibilidad de que eso suceda. Quizás piensan que son muy jóvenes para irse de este mundo o que eso no sucederá porque aún tienen muchas cosas por hacer. Pero esos son subterfugios usados para no pensar en la muerte, aunque se traten de recursos vanos para escapar de la misma: Di (tú, Muhammad): “No sacaréis nada con huir si es que pretendéis con ello no morir o que no os maten. De todas maneras, se os va a dejar gozar sólo por poco tiempo”. (Corán, 33:16) El ser humano es creado solo, es decir, uno a uno, y debería ser consciente de que al morir también estará solo. No obstante, mientras vive resulta casi un adicto a las posesiones, intentando tener cada vez más. Pero nadie se puede llevar a la tumba los bienes materiales y sacarles provecho. Quien sea, vino a este mundo como algo singular y parte de la misma manera, generalmente enterrado en un simple ropaje. Lo único que nos podemos llevar de aquí al morir es la creencia en Dios o la incredulidad.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Nunca dejes de soñarrrrrr

Dejame que te cuente el mundo que mis ojos ven!!!!
En muchos momentos de la vida, pareciera que nada tuviese sentido y que sin importar lo mucho que intentemos hacer bien las cosas, todo nos sale mal, fatal… Lo podemos tener todo en contra, incluso a las personas que más debieran apoyarnos, pero nunca dejemos de soñar. Debes tener sueños y esperanzas, creer que todo lo que quieras lograr en la vida lo puedes conseguir, porque tienes esperanza e ilusión. Nunca permitas que nadie te quite el derecho de lograr tus sueños, porque ello es el motor que te hace seguir adelante. Nunca permitas que alguien se sienta con el derecho de dominarte de tal manera que te anule, eso no lo debes consentir. Recuerda que la vida es demasiado bonita como para que la vivas encerrada sufriendola incomprensión de alguien que apareció en tu vida y se adueñó no solo de eso sino hasta incluso de tus pensamientos. Nunca abandones tus sueños, mientras creas que puedes lograr tus metas inténtalo una y otra vez, que nadie te detenga, cierra tus manos y agarra todos esos sueños y no lo sueltes, ponlo en tu pecho como si fuese una joya valiosa, y guárdala en tú corazón, porque tus sueños sí son valiosos. No esperes que las cosas que deseas vengan de la nada hacia ti, NO… tú persíguelas, con todas tus fuerzas busca aquello que te haga ser una mujer feliz. Nunca sientas que has perdido porque algo no salió bien una vez, siempre hay que volver a intentarlo, que la perseverancia es lo más importante de una persona, se puede ser muy inteligente pero si no tienes constancia para hacer las cosas, nunca lo vas a lograr. Comienza cada día como si fuese el primero del resto de tu vida, siempre con esperanza, alegría y mucho amor para repartir, para que así tu corazón esté contento y satisfecho por cuanto lo intentas hacer lo mejor posible. No permitas que nadie te robe esa alegría que llevas dentro de ti. Tú tienes la fortuna de de tener mucho amor, muchas ilusiones y mucho sueños, no lo desperdicies. Cada día intenta aprender algo nuevo, mira los días en colores, que lo opaco no le gane a la belleza que tienes frente a tus ojos. Recuerda que cada vez que aprendes algo nuevo tu mundo se amplía y avanzas en la vida y puedes disfrutar de mayor satisfacción por quien eres. No hagas nada que te disminuya, te mereces todos los sueños del mundo. Lo que te quita el sueño, no lo tomes en cuenta, bórralo de tu mente, retenerlo es malo para el alma, siéntete feliz con quien eres, tienes la capacidad de aprender de tus errores, no dejes que los malos sentimientos como el orgullo y la vanidad empañen tu bello corazón. Tampoco te pongas triste por aquellos que no quieren que te sientas bien, no valen la pena, una persona que te ama de verdad, te acompañará a soñar y volará contigo tan alto como puedas, no te soltará y allí sabrás cual es tu verdadero amor, será aquel que te apoya en tus planes y en tus deseos. Cuida a esa persona, lo demás sólo es humo que se va dispersando con el tiempo. ¡Fuera con quienes te quitan el sueño! Porque sabes muy bien que si lo permites te lo pueden quitar todo… menos la ganas de soñar que hay un mañana mejor para ti.
shoshan/keirys